Tú, yo, todos, al recibir de Dios la vida, recibimos un llamado a ser y actuar de una manera particular, única, propia, como tú, como yo, con un nombre y apellido ¿cómo ser fiel a este llamado en el mundo y en este tiempo que nos ha tocado vivir? Este llamado particular es lo que llamamos “la propia vocación”.
Para saber cuál es y conocerla, tenemos que escuchar tres invitaciones:
- Conocer a este Dios, dador de vida.
- Conocerme a mí mismo.
- Conocer el mundo y el momento en que me toca vivir.
Y entonces, fieles a estos tres conocimientos, actuar, no esconder mi fe, reconocer mis dones y mis limitaciones y preguntarme, así como soy, cuál es la misión que tengo en este mundo y en este tiempo concreto. Después de este llamado general a ser hombre o mujer comprometido con el mundo surgirá un llamado particular, esa vocación que Dios da a cada uno. Elegiré el cómo, esto es en qué estado de vida, puede ser solo, sola, en pareja, con compromiso laical, dentro de la vida consagrada, dónde y con qué carisma. Todo se irá concretando en el caminar.
¿Cómo ser fiel hoy en un mundo tan lleno de mil invitaciones, no todas orienta-das al bien? ¿Cómo ser fiel en una sociedad en que la invitación a lo más fácil, aunque no sea lo más correcto, se ofrece en todos los medios? ¿Cómo ser fiel estando presente, valiente hasta el mar-tirio si es necesario?
Descubrimos en la Sagrada Escritura una invitación clara, la podemos encontrar sintetizada en una sencilla frase que el profeta Miqueas nos dice:
“...se te ha dicho lo que está bien, lo que el Señor desea de ti… que practiques la justicia, ames con ternura y camines humildemente con tu Dios”. (Mq 6, 8)
Vivir este consejo con pasión, en la sencillez de la vida diaria o en los momentos difíciles, me permitirá ser fiel en mi respuesta al llamado del Señor, a mi propia vocación.
Margarita Escudero, aci.
Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús