La celebración de la fe, con la Eucaristía como su fuente y cumbre, como nos lo dice la Constitución sobre la Sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium (n.10) del Concilio Vaticano II, es una dimensión esencial para nuestra vida cristiana. Recordemos a Próspero de Aquitania (s.VIII) que nos impulsa a descubrir el valor de la celebración litúrgica con su famosa frase: «lex orandi, lex credendi»: lo que rezamos y celebramos es expresión de lo que creemos y, al terminar la narración de la institución de la Eucaristía, aclamamos luego de la invitación del que preside: «Este es el misterio de fe», «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven, Señor Jesús!». Todo ello nos abre una perspectiva para pensar, meditar y llevar a la vida lo que celebramos. Así nos lo recuerda la Carta Apostólica «Desiderio desideravi» de Papa Francisco, en la cual invita a toda la Iglesia a redescubrir, custodiar y vivir la verdad y la belleza de la celebración cristiana, así como sus consecuencias en la vida cristiana (n.16).
La celebración cristiana es un encuentro privilegiado con Dios, expresión de lo que vivimos y estímulo para nuestra vida personal y cristiana; ella nos pone en contacto con Cristo quien ejerce su ministerio de Sumo y Eterno sacerdote, y con Él nos unimos como asamblea celebrante, comunidad eclesial, para presentar el verdadero y perfecto culto a Dios Padre, participando del Misterio Pascual de Cristo: muerte, resurrección y ascensión a la derecha de Padre. De manera especial en la celebración dominical, en donde la comunidad cristiana es convocada por el Espíritu para celebrar ese misterio que nos salva en el aquí y ahora de nuestra historia. Por ello, es una necesidad de fe la participación activa y consciente en la celebración eucarística, y así poder tener fruto, crecimiento y madurez en nuestra fe para salir a la misión que Él nos encomienda. Por ello mismo, se nos exige -como miembros de la Iglesia y participes de la celebración litúrgica- profundizar en los misterios que celebramos, de ello dependerá nuestro estilo de vida y nuestro testimonio en medio de nuestro mundo necesitado de experimentar el Misterio de Dios a través de los cristianos que lo viven en cada celebración litúrgica, especialmente de la Eucaristía, de la cual Jesús desea ardientemente que participemos con El.
Pbro. Antonio Díaz