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Fiesta del Sagrado Corazón

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16 Jun

El viernes 16 de junio celebramos la FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN, es decir del Corazón de Jesús, lo central de su persona, lo más importante de su ser divino y humano: su Corazón. El corazón simboliza el amor; es el centro más íntimo de nuestros sentimientos; lugar donde se configura nuestro ser y nuestro actuar. Corazón es palabra generadora que sintetiza afectos, voluntad, ternura y libertad. Y yendo a las fuentes, el evangelio nos presenta el Corazón herido de Jesús: «Un soldado le abrió el costado y al punto salió sangre y agua» (Jn 19, 34). Corazón Abierto que per-mite entrar y permanecer en él. Esta espiritualidad hunde, por tanto, sus raíces en el costado abierto de Jesús en la cruz. En la Edad Media se enriquece con la contemplación de la humanidad de Cristo experimentada y proclamada por san Bernardo; también por las experiencias de santa Gertrudis y santa Catalina de Siena.

INVITADOS A VIVIR LA MISERICORDIA

Constantemente, estamos invitados a mirar el Corazón misericordioso de Jesús, capaz de amar sin lógicas humanas, sin exigir respuestas, sin hacer diferencias entre justos e injustos. Corazón que se inclina con cariño a la humanidad herida y se acerca para curar, reconciliar, suavizar todo dolor. Es Corazón que se acerca a los niños con predilección; Corazón que busca a los pecadores, no para juzgarlos sino para perdonarlos; Corazón que comparte con el amigo, se mezcla con la muchedumbre y da su confianza al caído. Jesús quiere contagiarnos el amor de su Corazón y nos deja una herencia: «ámense los unos a los otros como yo los amo» (Jn. 15, 12) mandamiento clave que caracterizará a los primeros cristianos que tenían un solo corazón y una sola alma (Act. 4, 32).

El corazón traspasado de Cristo nos invita constantemente a vivir la comprensión y aceptación. Nos invita a vivir el mandamiento del amor con sencillez y alegría; en cercanía a quien nos necesite, creando redes de solidaridad y de compromiso. Nos marca el tiempo de curar heridas, llevando en la mochila de nuestra vida el bálsamo de la bondad y la comprensión para compartir con quienes sufren a consecuencia del desprecio, marginación, racismo. Que quienes se encuentren en nuestro camino, descubran actitudes que revelen el amor del Padre manifestado en Jesús: compasión, perdón, entrega ilimitada.

EN EL ESPÍRITU DE LAS BIENAVENTURANZAS

La devoción al Sagrado Corazón es vivir desde el espíritu de las Bienaventuranzas, conscientes de que la auténtica felicidad está en el amor que nos anima a vivir en ese espíritu: “Felices los que tienen espíritu de pobre porque de ellos es el Reino de los cielos; felices los que lloran porque recibirán consuelo; felices los pacientes porque recibirán la tierra en herencia, felices los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados. Felices los compasivos porque obtendrán misericordia; felices los de corazón limpio porque verán a Dios; felices los artífices de la paz por-que serán reconocidos como hijos de Dios. Felices los perseguidos por la justicia porque de ellos es el Reino de los cielos” (Mt.5,3-10). Al estilo de Jesús, es fuerte el llamado de un Dios compasivo que nos pide encontrar el camino de la felicidad siendo y acercándonos al pobre, al que sufre, al que tiene hambre y necesita justicia; al sencillo y al de corazón de niño.

PASIÓN POR ANUNCIAR EL EVANGELIO

La Misericordia que mana del corazón traspasado de Jesús nos habla de la pasión de anunciar el Evangelio como lo hizo Jesús, llevando el mensaje dese el corazón y con el corazón. Que sin-tamos la urgencia de sembrar el amor, dejando caer semillas de paz, verdad, justicia y solidaridad, respondiendo al envío que Jesús nos hace cada día: “Vayan y anuncien el Evangelio a todas las naciones” (Mt 28, 19). Y anunciar el Evangelio es sembrar el amor del Corazón de Jesús a través de nuestras actitudes cálidas y auténticas, dejando ver el rostro de Dios en nuestro rostro. Es permitir que descubran la hondura de nuestro interior por la capacidad de diálogo y de encuentro que permita responder a las necesidades de afecto, cariño, reconocimiento. Anunciar el Evangelio, manifestación del amor del Corazón de Jesús, es ayudar a descubrir la propia identidad y el propio camino, marcando rumbos de vida que encajen en el sentir de la voluntad de Dios. Anunciar el Evangelio de Jesús es abrir el corazón para acoger deseos, sentimientos, miedos y dar una res-puesta desde el criterio de Jesús, cuya fuente es el amor.

La Fiesta del Sagrado Corazón nos invita, con insistencia, a vivir la espiritualidad del corazón, del amor que se acerca, que contagia, que vibra e impulsa hasta dar el salto en la fe y sentir que Dios es amor y nos invita a vivir en el amor, en lo concreto del día a día. En el libro de los Proverbios hay una frase que puede iluminar nuestras vidas: “Hijo mío, cuida tu corazón por-que en él están las fuentes de la vida”. Cuidar el corazón es mantenerlo en lo esencial de su ser: amar. La devoción al Sagrado Corazón es una fuerte invitación a “amar”, a dejar que el fuego de Su Amor arda en nuestro corazón, que la pasión que impulsaba el vivir de Jesús impulse nuestra vida cada día, haciendo posible que el Reino de Dios sea una realidad hoy y aquí.

CONSTRUIR EL REINO DE DIOS

Un reino en el que el principio y el fin es el amor; reino de paz, y justicia, de verdad, de perdón y solidaridad. Reino en el que la compasión sea la norma de cada día y se exprese en compartir, ayudar y caminar con el otro. Reino de amor en el que haya muchos padres pródigos porque abundan hijos malagradecidos; Reino en que haya muchas viñas en las que se acepte a los trabajadores a toda hora; Reino en el que se viva Mateo 25: “Tuve hambre y me diste de comer, estuve desnudo y me vestiste, en la cárcel y me fuiste a ver…” porque la compasión es el principio y el fin de cada actuar y de cada día. La devoción al Sagrado Corazón nos ayuda a descubrir a Jesús como el Buen Samaritano que deja de lado la ley para servir al hermano. Nos invita a aproximarnos a todo herido, teniendo entrañas de compasión, derribando barreras y actuando con generosidad.

COMUNICAR EL AMOR DE DIOS, HOY

Hoy, en que nuestro planeta avanza hacia una cultura planetaria abierta a la ecología, urge descubrir a Cristo en-raizado en la Creación, como nuestro único centro. La devoción al Sagrado Corazón podemos vivirla en todo momento y en toda circunstancia. Pero supone unión y conformidad con su Corazón, exige oración y vida interior que ensanchen el corazón y lo hagan capaz de “Hacer presente el amor tierno y fuerte de Jesús por cada persona en este mundo en que las relaciones humanas están profundamente heridas y en el que, tantas veces, se degrada y utiliza el amor”. Y para ello es necesario “Mirar el mundo como obra del amor del Padre, amar sin poseer, vivir para los demás y comunicar vida”.

Colaboración

María Francisca Quintanilla Paulet, rscj

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