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    II Semana de Adviento: Juan Bautista signo de Esperanza

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    02 Dic

    Más que vigilancia, esta semana estamos motivados a prestar una atención activa al gran profeta ascético del desierto, Juan Bautista, que nos anima con una consigna: “preparad los caminos del Señor y enderezad sus veredas”. La geografía a contemplar es ante todo nuestro interior, nuestro corazón. Es allí, sobre todo, donde se encuentran los caminos tortuosos, las altas montañas, los valles profundos de la separación, de la división. Todo construido por nosotros mismos. La acción propuesta por el Bautista interpela nuestro corazón a la conversión. Este es un requisito para que el Señor no solo pase por nuestro camino, sino que permanezca con nosotros. Es una necesidad en la que todos encontramos, aunque no estemos atentos a los movimientos que acarician nuestro corazón. La conversión es fruto de la acción y de la gracia de Dios. Esta es la única fuerza capaz de mover nuestro corazón hacia Dios. Por tanto, para que esto suceda, la condición es un encuentro profundo con el Evangelio, con Cristo

    Es en este contexto evangélico que aparece el profeta Juan Bautista, como profeta que la esperanza que se hizo realidad, que arrastra a una multitud al desierto cerca del Jordán. Juan invita a sus oyentes a no conformarse con tal situación, sino que les propone un cambio a partir de ellos mismos. A la palabra de orden y aliento, el pueblo corre hacia el desierto, paradójicamente, lugar de saciedad y punto de partida de los nuevos tiempos. El desierto es el lugar para estar contigo mismo y la predisposición para encontrarte con Dios. Un lugar para deshacerse de las ataduras y quitar del corazón los impedimentos del surgimiento de lo nuevo.

    Juan el Bautista es un personaje muy importante. Su mensaje se centra en la urgencia de la conversión, que se expresa a través del Bautismo. Juan Bautista proclama que la salvación es universal, es decir, ofrecida a todos sin excepción. El mensaje central de Juan el Bautista sigue siendo tan necesario hoy, como siempre. Los primeros cristianos identificaron a Juan Bautista como el mensajero anunciado por el profeta Isaías y como Elías quien, según la tradición judía, anunciaba la llegada del Mesías. Según esta interpretación, Jesús aparece como el Mesías y Juan el Bautista como el precursor. El bautismo de Juan Bautista fue una preparación para el bautismo cristiano, que tiene un carácter definitivo, expresado en imágenes apocalípticas.

    P. José Carlos de Freitas Júnior, SSP

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