El Papa Clemente X en el año de 1608 instituyó la fiesta de los ángeles custodios para celebrarse cada 02 de octubre, sin embargo, esta creencia es muy antigua en la Iglesia, incluso puede rastrearse en la Biblia.
¿Qué es un ángel custodio?
Un ángel custodio es un ser espiritual, perteneciente a la corte celestial de Dios, y que dentro de la jerarquía forma parte del último coro angélico. Tradicionalmente se les llama ángeles (significa ‘’mensajero’’).
¿Por qué Dios necesita de los ángeles custodios?
Dios puede actuar sin necesidad de ayuda, solo a través de la gracia, para que obremos y perseveremos en el bien, sin embargo, la manera de actuar de Dios siempre ha sido el de compartir sus funciones con sus creaturas. Así como los humanos son portadores de la imagen divina por ser semejantes a Él (Gn 1, 26- 28) y colaboran con Dios en el gobierno del mundo, los ángeles también son imágenes de Dios, reflejan su gloria en el mundo espiritual.
Los ángeles custodios en la Biblia
En Mt 18,10, Jesús hace la declaración de que los humanos tienen ángeles que ven continuamente el rostro del Padre, rindiéndole cuentas a Dios de las acciones de los hombres, sin embargo, esta idea de que los ángeles custodian a los hombres de manera individual es una idea que tiene su origen en el Antiguo Testamento, en Dn 10, 13.20 se menciona que cada reino o país tiene un ángel protector o custodio, llamados príncipes. En el Sal 82 se menciona que algunos ángeles custodios de las naciones llamados hijos del Altísimo (v.6), que forman parte del consejo divino, y que deberían administrar la justicia de Dios, sin embargo, se corrompen y obran injustamente con los seres humanos. En la literatura intertestamentaria de Israel, en el capítulo 2 de Henoc se menciona que hay un ángel para cada ser humano, quien llevan registro de nuestras acciones.
La Iglesia nos recomienda pedir la protección de nuestro ángel de la guarda, ellos están a nuestro servicio y buscan nuestra salvación. Ellos son nuestra referencia porque ya viven en la gloria y quieren que nosotros participemos, igual que ellos, de la vida eterna.
Luis Breña
Centro Bíblico San Pablo