El Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma, un tiempo de preparación para la Pascua que nos invita a reflexionar sobre nuestra fragilidad humana y a volver a Dios en arrepentimiento sincero. Esta práctica tiene profundas raíces bíblicas y representa una llamada a reconocer nuestra necesidad de la misericordia divina. En la Biblia encontramos el uso de cenizas como símbolo de penitencia y arrepentimiento en múltiples ocasiones. Un ejemplo es la historia de Jonás, donde los habitantes de Nínive, al escuchar su mensaje de conversión, “se vistieron de saco y se sentaron sobre cenizas” como signo de su arrepentimiento (Jon 3, 6). Estas imágenes de las cenizas y el luto expresan la humillación ante Dios y el reconocimiento de los propios pecados.
En el Antiguo Testamento, el profeta Joel también invita al arrepentimiento cuando dice: "Vuélvanse a mí de todo corazón, con ayuno, llanto y lamento" (Jl 2, 12). Esta invitación resuena especialmente en este día, en el cual las palabras "Recuerda que eres polvo y al polvo volverás" (Gn 3, 19) nos hablan de nuestra finitud y dependencia de Dios. Jesús mismo, en los Evangelios, nos llama a la conversión, poniendo énfasis en la sinceridad del corazón y en la verdadera práctica de la fe, más allá de los gestos externos.
La práctica de la imposición de cenizas en la Iglesia católica es, por tanto, una extensión de esta tradición bíblica y una invitación a vivir un arrepentimiento sincero y a experimentar la misericordia divina. En este acto reconocemos nuestra fragilidad y mortalidad y aceptamos la necesidad de la conversión. Las cenizas se obtienen de la quema de las palmas usadas en el Domingo de Ramos anterior, nos recuerda que todo esfuerzo humano se desvanece si no está centrado en Dios. Al recibir las cenizas, renovamos nuestro compromiso de vivir según el Evangelio, a dejar de lado el orgullo y abrazar la humildad, reconociendo que nuestra fuerza proviene únicamente de Dios.
Finalmente, el Miércoles de Ceniza nos invita a comenzar, en el tiempo cuaresmal, una jornada de cambio interior, guiados por el ejemplo de Jesús y las enseñanzas de la Escritura.
Luis Eduardo Breña Solano
SOBICAIN