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    Navidad, una alegría para todo el Pueblo

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    17 Dic

    El evangelista san Lucas narra el episodio del nacimiento del Señor como un hecho que, en medio de la más extrema pobreza del pesebre en Belén, va acompañado de un suceso espectacular: unos ángeles que se aparecen a unos pastores en medio de la noche, que anuncian a unos hombres, probablemente marginales, la llegada del Mesías.

    En el relato, uno de los ángeles dice: “No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo” (Lc 2, 10) ¿Cuál es esa alegría? Ha nacido el Mesías Salvador. Y esa alegría no queda solo en los pastores, sino que se extiende a todo el pueblo: a los ancianos profetas, a María y a José, y a los hombres y mujeres de todos los tiempos.

    Hoy, queremos reflexionar y orar este misterio de alegría: Dios se ha hecho hombre y Él es la alegría para nuestro Perú, que a veces, con tantas malas noticias, se olvida que es un país lleno de esperanza. Junto con cinco historias, irán cinco oraciones, pidiendo al Señor la alegría navideña para ti, para los tuyos, para los que habitan esta bendita tierra.

    Todos invitados

    Wilson ve con ilusión un cartel que anuncia: “Gran chocolatada navideña”. Recuerda que en la última chocolatada a la que fue, le regalaron una pelota perfumada y un juego de ludo, que hasta ahora conserva y que lo usa con sus hermanitos. Un par de señoras lo miran de pies a cabeza y le impiden el acceso, porque no tiene el ticket de ingreso y además no tiene zapatos. Cabizbajo, Wilson da media vuelta, dispuesto a marcharse. En eso, un niño le regala el ticket, los ojos de ambos se llenan de lágrimas. Las mujeres que ven la escena se conmueven, y arrepentidas, dejan entrar a Wilson a la chocolatada. El niño regresa a casa con una gran sonrisa, zapatillas nuevas y un nuevo amigo… ¡Qué linda suena la música navideña!

    Gloria a Dios y paz a los niños; aquellos que son su sonrisa nos recuerdan al Niño de Belén. Señor te pedimos especialmente por aquellos que no tienen qué comer, o que se ven forzados a salir a trabajar para sostener su hogar. Desde la humildad del pesebre, Divino Niño, bendice a los que están perdiendo la oportunidad de estudiar, de jugar, de ser abrazados. Que nuestra sociedad peruana sea cada vez más solidaria y menos indiferente hacia los pequeños, aquellos que andan con los pies descalzos en un mundo indiferente.

    Navidad lejos de casa

    José Gregorio ha llegado de Venezuela con sus papás hace unas semanas. Este año la Navidad será diferente, sin la fiesta de aguinaldos que se celebra en su país, sin los cantos de su tierra, sin sus amigos. Mientras sus papás salen a buscar trabajo, ve en la televisión el sufrimiento de tantos niños de su país. Reza por ellos a la Divina Pastora, mientras que limpia la casa para armar el pesebre en familia. Al ver a sus papás llegar, luce su mejor sonrisa. Será una Navidad diferente, pero están juntos, es lo que importa: dos banderitas, una de Venezuela y otra de Perú, adornan el pesebre. Muchas ilusiones para esta Navidad.

    Gloria a Dios y paz a los migrantes; aquellos que, como la Sagrada Familia, tuvieron que huir hacia un país lejano, desarraigados de su propia tierra, de sus historias, de sus seres queridos. Te pedimos, Príncipe de la Paz, por todos los pueblos; que en ellos se camine hacia una verdadera justicia y paz, en la que sus habitantes puedan morar tranquilos, sin poner en riesgo sus vidas. Que en nuestra América Latina crezcan los lazos de solidaridad entre nuestros pueblos, para tener siempre las puertas abiertas y el corazón, para los hermanos que vienen en busca de oportunidades, ya que todos somos peregrinos.

    Si la combi llega

    Patricia se quedará a trabajar hasta las 11 de la noche este 24 de diciembre. Ella vende regalos de Navidad junto con una amiga y una señora. Ha sido contratada por unos días. Le pagan poco, pero podrá llevar a casa algunos regalitos para sus hermanos. Con tristeza recuerda la Navidad pasada, cuando vio cómo su mamá era maltratada por su padrastro. Este año será distinto: Irá a casa, abrazará a su madre y hermanitos, llevará pollo a la brasa y gaseosa, rezarán juntos al Niño Dios. Claro, si la combi llega a tiempo para las 12.

    Gloria a Dios y paz a las mujeres; especialmente a las que llevan adelante sus hogares, a las que han sido víctimas de todo tipo de violencia e indiferencia. Se tú, Sol que naces de lo alto, el consuelo que necesitan para sanar heridas y acompáñalas: a las embarazadas, a las maltratadas, a las ancianas, a las trabajadoras, a las niñas en riesgo, a las que han sido abandonadas a su suerte, a las que han perdido la fe. Ayúdanos, Dios-con-nosotros, a valorar cada vida, a ser una sociedad verdaderamente cristiana, donde valore en cada hermano un milagro de amor.

    Manuel ha llegado

    Silvia y Mario Huamán son una pareja de esposos que, desde hace algunos años, buscaron ser padres, pero no tuvieron buenos resultados. Hasta que van al albergue de niños abandonados, con el firme propósito de adoptar. Los encargados les enseñan a los recién nacidos. Pero ambos llegaron a un acuerdo: buscarían a uno que ya esté más grande. Allí encuentran a Manuel, de cuatro años. Su mirada triste se transforma cuando le dicen que ellos serán sus futuros papás. Es 24 de diciembre a la noche, en el hogar de Silvia y Mario. Donde antes había solo silencio, ahora se escuchan pelotazos, carritos que vienen y van. Le preguntan al niño por su nombre y él lo dice orgulloso: “Yo soy Manuel Huamán”. Ha llegado la Navidad.

    Gloria a Dios y paz a las familias; las que a pesar de todo se mantienen unidas. Las que pasan momentos difíciles y las que tienen vínculos quebrados. Pequeño Jesús, el Salvador prometido, derrama tu bendición sobre padres e hijos, abuelos, nietos; tíos y primos. Que, en cada familia peruana, en cada comunidad de amigos y hermanos, reine la verdadera paz, tu Paz. Que, camino al bicentenario de nuestra Patria, podamos celebrar una Navidad distinta, como hermanos, sin ningún tipo de división, discriminación o injusticia.

    El Ángel del barrio

    Doña Cata vive en una antigua quinta limeña, es el ángel del barrio. Cuando sale para la Misa, todos la saludan. De su jubilación ella provee para ayudar a algunas familias amigas. Desde hace muchos años vive sola. Sus sobrinas casi no la visitan, salvo cuando tienen alguna necesidad de dinero. Un día, cerca de Navidad, doña Cata, mientras ayudaba a preparar la chocolatada del barrio, siente un intenso dolor en el estómago y cae al suelo. Inmediatamente todo el barrio se movilizó para ayudarla. Cuando despertó, la anciana mujer se vio rodeada de muchos de sus vecinos, muchos de los que había ayudado. Sin darse cuenta, tenía una gran familia, con muchos hijos, nietos, sobrinos. Este año no pasó sola la Navidad, sino bailando festejo, como en antaño, en su Chincha natal.

    Gloria a Dios y paz a los ancianos; aquellos que, con su sabiduría, acompañan el paso del mundo. Bendice, Luz de las naciones, a los abuelos y abuelas, aquellos que consagraron su vida a nobles ideales. Protege y cuida a los que están solos, que no haya Navidad ni tampoco día, en el que se sientan abandonados a su suerte, desesperanzados. Acompáñalos, Pastor de tu pueblo, en su última peregrinación al cielo.

    Cada hogar peruano conserva muchas historias de Navidad, te invito a pensar en las tuyas, para dar gracias, para dar gloria a Dios que ha querido quedarse entre nosotros… Perú, ha nacido el Niño, ¡Levántate!

    ¡Feliz Navidad!

    Hno. José Miguel Villaverde, SSP

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