Este 30 de agosto celebramos una vez más a nuestra querida Rosa de Lima Patrona del Perú, América y Filipinas. Próximos ya al Bicentenario de nuestra Independencia es oportuno recordar a las mujeres que han marcado historia en nuestro país, y Rosa de Lima es una de ellas.
Su fiesta congrega multitudes tanto en Quives, donde vivió algunos años y recibió la Confirmación de manos del Arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo, como en el Santuario de Lima, su antigua vivienda, en torno al pozo que acoge incesantemente deseos y súplicas de cientos de fieles cada año. Aclamada también en innumerables pueblos del Perú y del mundo Rosa de Lima es la peruana más conocida, reconocida y venerada dentro y fuera de nuestras fronteras.
Isabel Flores de Oliva, nace en la Ciudad de los Reyes el 20 de Abril de 1586, hija del portorriqueño Gaspar Flores soldado del ejército del rey y de la limeña María de Oliva. La niña fue bautizada con el nombre de Isabel aunque muy tempranamente la empleada negra que la cuidaba empezó a llamarla Rosa una mañana que la encontró más bella y sonrosada que de costumbre… ¿sería inspiración divina?... sus biógrafos narran que en un encuentro místico escuchó a su Amado decirle tiernamente: «¡Rosa de mi corazón sé mi esposa! …»
¿Cómo era Rosa de Lima?
El Padre Meléndez, recuerda que “tenía el rostro ovalado, sereno y apacible, pelo rubio y abundante, frente despejada, cejas arqueadas y cordoneadas, ojos grandes y negros, nariz afilada, mejillas rosadas, boca muy chica, barba prominente, manos blancas, pequeñitas y bien torneadas y regular estatura”.
Inteligencia rápida e intuitiva sabía leer, escribir, y componía versos; cantaba y aprendió a tocar con la vihuela sin que nadie le enseñara… Gozaba de clara inteligencia y una comprensión del mundo y de los acontecimientos que le permitía expresarse en la belleza del canto y el gozo del espíritu. Manifiesta su amor a la naturaleza y atención a lo humilde, espontáneo y tierno. Todo lo hace música, alegría, juego de palabras y de conceptos, dentro de una sencillez admirable. ¡Rosa de palabra fácil y ademán preciso no es sólo ascesis y mortificación!
El Padre Meléndez comenta:
“Su padre se llamaba Flores, su madre Oliva, y llamándose Rosa la santa parecía muy bien su esposo entre flores, rosas y olivas por quienes pedía, por quienes rogaba y a quienes el Señor con larga mano favorecía: no desdeñándose a bajar siendo tan grande a su casa siendo tan humilde”.
Patrona de las Enfermeras y de la Policía Nacional del Perú
¿Qué tiene que ver esta humilde joven, beata terciaria dominica con las profesionales del cuidado de los enfermos y con los defensores de la justicia en la ciudad?
Algunas pistas nos pueden orientar:
En 1597, cuando Rosa tenía 11 años, conoció el dolor y la injusticia que sufrían sus hermanos indígenas en Quives donde su padre fue enviado como encargado del Obraje.
Allí la mita minera era una verdadera esclavitud, de manera que la niña estuvo enterada de las condiciones infrahumanas en que trabajaban los indios. Después de 4 años de explotación la mina se derrumbó. ¿Cuál sería la suerte de los trabajadores con turnos de 12 horas en aquellos socavones? ¡Probablemente morirían todos!
Posteriormente, Rosa exclamaba “que si no fuera mujer, habría de ser su mayor cuidado ir a las provincias sólo para acudir con salud y remedio a los indios, a costa de su sangre y sudores, y a la fuerza de la predicación del catecismo”. Se adivina la contextura moral de una mujer enérgica y fuerte….sensible al dolor, fascinada por el Amor a Dios y apasionada por darlo a conocer.
Su compasión era muy conocida en Lima: En su casa recibía enfermos indigentes sin hacer distingos “servía a las españolas, indias, negras y mulatas, siendo pobres; y con igual consideración atendía a las criadas de casa, a las extrañas, a las que servían; a las conocidas y a las que no había visto en su vida; a las rústicas y a las ciudadanas”.
Rosa nacida y criada en Lima amaba profundamente su ciudad y se comprometía con ella. El año 1615 apareció en las aguas del Pacífico el pirata holandés Spilbergen, la población limeña se alarmó y se dispusieron para defender la capital. La autoridad Eclesiástica mandó se hicieran rogativas en todos los templos. En Santo Domingo se expuso el Santísimo Sacramento.
Rosa tiene 29 años, es una joven beata conocida. Su amor por la ciudad, la impulsa a orar en el templo y en un momento dado se sube al altar, arenga a la gente para que defienda al pueblo desguarnecido…
Imaginemos a esta mujer que lidera e impulsa a un grupo de personas orantes para alejar el peligro de la población. Rosa es capaz de mover a la gente, de cuidar a los sufrientes, capaz de contagiar su amor a Dios y a su ciudad.
¿Será por estas actitudes de servicio y compromiso en defensa de sus conciudadanos que es venerada como Patrona de las Enfermeras y de la Policía Nacional del Perú?
Mujer laica contemplativa, querida hermana y amiga; atenta y comprometida con las necesidades de su entorno, preocupada por la situación de los más pobres de su tiempo; compañera de los que sufren, hondamente conmovida por el grito de los pobres y la urgencia de aliviar su dolor.
Texto inspirado en:
ZEVALLOS, Noé, FSC.
Rosa de Lima, compromiso y contemplación. CEP.2ª ed. Lima, marzo 2000.
Colaboración:
Hna. Margarita Recavarren E., RSC