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Tomás, una reacción ejemplar ante la verdad

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02 Jul

El pasaje más recordado de la vida del apóstol Tomás es el de la duda que tuvo ante el testimonio de los demás Apóstoles cuando le dijeron que Jesús había resucitado.

Veamos qué caracterizó la duda de este apóstol: 

  • Fue, inicialmente, la valentía de admitir que no sabía y que no era capaz de creer. Muchas veces la duda es tal que puede hacernos vacilar en aquello que hemos creído, pues él se negó a decir que entendía algo, porque simplemente ¡no lo entendía! ¡Y lo admitió sin pena!
  • El mérito de su duda es la valiente confesión de que no creía en algo en lo que realmente no podía creer, es decir, su duda era una honesta y real necesidad de comprobación, no la de un corazón obstinado y endurecido por la soberbia o necesidad de negar, es más, recordemos que él estuvo presente cuando Jesús dijo que Lázaro había muerto y luego lo revivió (Jn 11,13-15; 38-45). 
  • Tomás siempre tuvo la valentía de preguntar lo que no sabía: fue quien preguntó a Jesús cómo encontrar el camino al Padre (Jn 14,5). Él fue quien animó a sus compañeros a encarar la posibilidad de la muerte (Jn 11,16).
  • Por último y más importante: una vez que le fue comprobada, por el propio Jesús, la Resurrección, su empecinamiento cesó de inmediato, e hizo una confesión de fe que resuena en nuestros oídos hasta hoy: ¡Señor mío y Dios mío! (Jn 20,26-29).

En esta época en la que tantas bolas, cadenas, calumnias, y linchamientos mediáticos circulan en las redes, la conducta de Tomás debería ser un modelo a seguir para nosotros: admitir que dudamos cuando lo hacemos, pedir pruebas, revisar la fuente y, al momento de comprobar la veracidad, aceptarla y crecer en la fe, sin empecinarnos en el error.

En cuanto a las verdades de fe: Hoy muchas personas no reconocen los milagros cotidianos por vivir pidiendo pruebas. Ojalá podamos empezar a reconocerlos, y sigamos la invitación de Jesús de creer sin haber visto.

Diácono Javier E. Gómez Graterol, ssp

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