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Carisma Paulino como tarea comunicativa de la Iglesia

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23 May

Es el Espíritu Santo quien suscita carismas en la Iglesia y para la Iglesia, impulsando con avidez y mirada amplia a los hombres y mujeres de Dios a hacer “algo” por los hombres de su tiempo. Así, ya en el auge de los medios de comunicación masivos como la prensa y la radio, ese mismo Espíritu incendió el corazón del joven Santiago Alberione, seminarista diocesano, hasta madurar en él la idea de un apostolado con los medios de comunicación, llevado adelante por consagrados y que pueda alcanzar a todos, sin excepción. Dicha misión dio forma al carisma paulino, expresado en la diversidad de títulos de nuestras librerías, en las iniciativas editoriales, en el estilo paulino de difundir la Palabra de Dios y la pastoralidad de los consagrados.

Desde el Concilio Vaticano II, específicamente con el decreto “Inter mirifica” (1963) sobre los medios de comunicación en la evangelización y la creación, por parte de san Pablo VI, de las Jornadas Mundiales de los Medios de Comunicación social, vemos más claro el pensamiento eclesial respecto a los medios de comunicación y su uso. De allí hasta las transmisiones de misas por TV, la presencia en la web y la aparición de las redes sociales y de los referentes católicos en ellas, ha pasado una acelerada historia. ¿Qué tiene que decir el carisma paulino? Propongo cuatro puntos: pastoralidad, sinodalidad, profesionalidad y profecía.

  1. La pastoralidad proviene de la vivencia de Cristo y, desde él, la sintonía de corazones para saber llegar a todos, por sentirnos “deudores” de todos los hombres, a semejanza de san Pablo. Usar los medios, propiciar encuentros, diálogos e iniciativas, requieren de las actitudes de Cristo, que se conmovía ante el gentío. Pastoralidad para crear, elegir, comunicar…
  2. La sinodalidad que, muchos años antes de rescatarla como idea, se ha vivido en la Familia Paulina, que congrega a todos para la misión: sacerdotes, consagrados, consagradas, matrimonios, seglares; todos ellos caminando juntos, en cooperación y participación. Nos recuerda la urgencia de concebir toda tarea comunicativa en equipo, en sentido eclesial.
  3. La profesionalidad, tan urgente para llevar adelante una empresa comunicativa. Esta noción no solo habla de estudios, sino de la promoción de habilidades comunicacionales como la organización, la sistematización, la articulación con diversas disciplinas y la continua actualización.
  4. La profecía, para poder discernir los signos de los tiempos, no callar ante la injusticia, asumir la promoción humana como un aspecto esencial de la evangelización, sin anquilosarse en métodos ni pensamientos que mantengan a la Iglesia en la autorreferencialidad.

P. José Miguel Villaverde Salazar, ssp

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