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Santo Cura de Ars Patrono de los párrocos

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04 Ago

El papa Francisco recordando a san Juan María Vianney, el santo cura de Ars y dirigiéndose a los párrocos valora los esfuerzos de quienes “trabajan en la trinchera”, llevando sobre sus espaldas el peso del día y del calor (cf. Mt 20, 12) y, expuestos a un sinfín de situaciones, dan la cara cotidianamente y sin darse tanta importancia, a fin de que el Pueblo de Dios esté cuidado y acompañado”.

La vocación, más que una elección nuestra, es respuesta a un llamado gratuito del Señor.

Así como san Juan María Vianney, en aquella olvidada parroquia de Ars, supo entregar lo mejor de sí tanto en el confesionario como en el esfuerzo del día a día por la santidad de su pueblo, así también hoy, dice el papa Francisco, muchos sacerdotes y párrocos, “de manera desapercibida y sacrificada, en el cansancio o la fatiga, la enfermedad o la desolación, asumen la misión como servicio a Dios y a su gente e, incluso con todas las dificultades del camino, escriben las páginas más hermosas de la vida sacerdotal”.

La vida sacerdotal de un párroco nace y crece en la Iglesia y es en el seno de una comunidad cristiana donde su corazón escucha la voz del Señor que dice, “la mies es mucha y los trabajadores son pocos” (Lc 10, 2). Sólo con los años aquel joven sacerdote dimensionará lo que significó su “Sí” y todo el bien que fue capaz de generar.

“¡Qué lindo –dice el papa Francisco– cuando un cura anciano se ve rodeado y visitado por esos pequeños —ya adultos— que bautizó en sus inicios y, con gratitud, le vienen a presentar la familia! Allí descubrimos que fuimos ungidos para ungir y la unción de Dios nunca defrauda y me hace decir con el Apóstol: «Doy gracias sin cesar por Ustedes» (Ef 1,16) y por todo el bien que han hecho”.

El 4 de agosto, día del santo cura de Arz, patrono de los párrocos, saludemos al nuestro. Al joven o al maduro sacerdote que, para ser evangelizador de almas, aprendió a desarrollar el gusto espiritual de sentirse uno con su pueblo; aquel que hizo de la misión su pasión por Jesús y se dejó llevar por Él, para estar cada vez más cerca de su pueblo amado (EG 268).

¡Feliz día a nuestros párrocos!

P. Luis Neira R. ssp

Editorial San Pablo

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