Los santos fueron personas que se animaron a vivir por entero el Evangelio de Jesús.

“La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse la comunidad, el estancamiento y la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del continente”, nos decía Aparecida (362).

La vida y la entrega de la Madre Teresa nos ilumina y comunica lo que puede el Amor infinito de Dios, pura misericordia, cuando le damos respuesta. Porque ella salió de sí misma y fue hacia las periferias del existencia humana floreciendo en santidad.