Contemplar a las personas con los ojos fijos en la imagen del Señor de los Milagros es una experiencia común durante el mes de octubre tanto en la iglesia de las Nazarenas cuanto en la procesión. La imagen bendita del Cristo Moreno atrae la mirada de sus devotos, quienes gozan contemplando la imagen y experimentan gozo, consuelo, paz, piedad, perdón, misericordia, y muchas otras emociones.
La Carta a los Hebreos invita a correr por la vida «puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios» (Hb 12, 2). Fijar los ojos en Jesús, razón de nuestra vida y nuestra fe, es una seria propuesta para caminar por la vida hacia la gloria que el Señor consiguió a los seres humanos con su muerte y resurrección.
En el caminar por la vida, en la peregrinación terrena, es fácil volver la mirada a realidades que distraen y descentran en el caminar. La atención se detiene, en ocasiones, en los problemas, las dificultades, las actitudes negativas de otros, en los defectos, en la incapacidad, las amenazas, etc. Caminar con los ojos fijos en Jesús, en su cruz y su resurrección, en su entrega y su gloria, en su estilo de vida esforzado y en la exaltación obtenida después de la cruz es absolutamente necesario para el devoto nazareno, para todo cristiano.
La imagen del Señor de los Milagros es invitación a configurar la propia vida con la de Jesús. Fijar los ojos en el Señor supone acoger su amor misericordioso. También asumir el compromiso de conocerle cada vez más, de descubrir cada vez mejor su mensaje de vida y relacionarse con Él mediante la oración, la Misa y los sacramentos. Fijar los ojos en Jesús significa vivir el cada día procurando encarnar su estilo de vida y sus actitudes. Es preguntarse cada día qué haría el Señor en las circunstancias personales.
Viviendo con los ojos fijos en el Señor ayudará a percibirle vivo y presente en la historia del mundo, en el día a día para seguir su camino hallando salvación e invitando a otros hermanos a fijar los ojos en Él.
Pbro. Pedro Hidalgo Díaz
Del Libro: “Con los ojos fijos en el Señor”