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Cuidar es Amar

28 Abr

La vida pide que la cuiden. De hecho, todo lo que no cuidamos lo perdemos. Al identificarse como la puerta del redil, Jesús se dirige a los líderes religiosos de su tiempo, afirmando que cualquiera que tenga el papel de cuidar de los demás, de cuidar los valores que favorezcan la vida, debe mirar hacia Él. “Entrar por la puerta” significa pues configurarse con Jesús, el Buen Pastor. Jesús será siempre el modelo del auténtico cuidador.

Cuidar no es sólo una cuestión efectiva, sino, sobre todo, afectiva. Cuanto más amo, más me importa. Si por casualidad dejo de amar, también dejaré de cuidar. Esto vale para mi propia vocación y también para el pueblo que Dios me ha confiado como consecuencia de mi vocación.

Jesús nos enseña que el cariño entre el pastor y las ovejas se expresa en la voz del pastor (cf. Jn 10,3-4). La voz es la comunicación misma del afecto del pastor por cada una de sus ovejas. Toda oveja se siente amada por su pastor, porque la llama por su nombre; se encuentra en medio de un rebaño inmenso, ¡pero sabe que es única para su pastor! Ella tiene un nombre, una historia, una necesidad que solo su pastor conoce. Las ovejas siguen la voz del pastor porque su voz les da guía, seguridad, confianza y apoyo.

La voz del pastor conduce a las ovejas "fuera" del redil. Cada cuidador que ama a quienes están bajo su cuidado los hace crecer, madurar y fortalecerse frente a los desafíos de la vida. Sobreproteger a las personas que amamos les impide crecer y asumir la responsabilidad de la vida. Necesitamos evitar que las personas bajo nuestro cuidado crezcan infantilizadas.

Al final del Evangelio, Jesús vuelve a la imagen de la puerta: “Yo soy la puerta…” (cf. Jn 10, 9). La puerta sirve tanto para dejarnos entrar como para dejarnos salir. Entrar por la puerta que es Jesús es saber que solo Él puede darnos acceso al Padre. Salir por la puerta significa liberarse de una situación de no vida. Nuestro mundo ama la libertad. Sin embargo, las innumerables puertas que nos ofrece nos arrojan muchas veces a situaciones de encarcelamiento, enfermedad y muerte. Muchas personas abrieron las puertas equivocadas y se dejaron atrapar en situaciones de enfermedad e infelicidad. Jesús se ofrece como la puerta que nos da acceso a la liberación de todo lo que nos esclaviza y deshumaniza. La puerta está abierta: a cada uno de nosotros nos toca levantarnos y atravesarla, para encontrar la verdadera vida que el Padre quiere ofrecer a la humanidad en la persona del Hijo.

P. José Carlos de Freitas Júnior, SSP

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