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El “alba” de una Iglesia en salida

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26 Nov

Es invierno en Alba, diciembre de 1900. Santiago, joven seminarista, camina con su breviario, y entra a las iglesias a saludar al Señor y a la Virgen. Este año ha vuelto a pasar: cada vez menos gente en las parroquias, mientras se llenan los cinemas, las familias se quedan en casa a escuchar la radio y los panfletos y publicaciones escritas comienzan a producirse en serie… En una noche, ante el Santísimo, al joven, le viene una luz al interior: “Vengan a mí todos”.

Han pasado algunos años, al ahora padre Santiago su obispo le encarga la dirección del periódico diocesano. Es la hora de Dios, ve con claridad cómo la prensa, mal usada podría también ser usada para comunicar el mensaje del Evangelio. Había que ir a la gente que ya no iba a las iglesias para llevarlos a Jesús. Así, una tarde de agosto de 1914, P. Santiago y dos muchachos iniciaban una escuela tipográfica, con máquinas de segunda y una casita alquilada. Solo Dios bastaba.

Es ahora el comienzo de la década de 1930 y junto al P. Santiago ya hay otros jóvenes que se han sumado, también grupos de chicas, consagrados y consagradas imprimiendo boletines, las primeras biblias, misales, revistas que “Hablan de todo cristianamente”. Bajo la protección de san Pablo se inician las primeras fundaciones fuera de Italia: Argentina, Brasil, Estados Unidos… Poca plata y mucha fe. Todo nacía del Sagrario: “No teman”, les decía el Señor en la oración.

Llega la primavera de 1964. P. Santiago ya es un sacerdote anciano, cuya imagen inspiraba veneración. Fue invitado también al Concilio. A sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y laicas, curas diocesanos y matrimonios, a todos había llamado para la Familia Paulina. Entre incomprensiones, éxitos y fracasos se escuchaba la voz de la Iglesia: “Que se utilicen los medios de comunicación para evangelizar”. Su corazón saltaba de gozo, todo había valido la pena.

La voz del Sagrario, escuchada en la juventud seguía resonando: “Vengan a mí todos”. Así él llamó a todos, para dar a Cristo a todos, con todos los medios. Era el alba de una Iglesia en salida.

José Miguel Villaverde Salazar, ssp

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