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El Señor de los Milagros une a su pueblo

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18 Oct

Este 18,19 y 28 de octubre las calles de Lima una vez más serán testigos del fervor de nuestro pueblo ante Jesucristo crucificado que, a su paso, entre los cientos de miles de feligreses, recibirá muestras de fe, pedidos de milagros y conversiones. Entre un mar morado de penitentes cargado en hombros caminará por nuestra ciudad Jesucristo, el Hijo de Dios, salvador de la humanidad. Su dolor se hace nuestro y nuestro dolor se une a su sacrificio redentor. Así octubre morado marca el camino de nuestra fe, también el de nuestra cultura porque, a pesar de su connotación penitente, es un mes de fiesta con su música, gastronomía y encuentro familiar en torno al Señor.

¿Cómo nace esta devoción?

A mediados de 1650 se instala en la zona limeña de Pachamicamilla (hoy Av. Tacna con Jr. Huancavelica) una cofradía conformada en su mayoría negros esclavos de casta Angoleña. Una estampa fue pintada en una pared de adobe por uno de ellos, presumiblemente pintor de brocha gorda, que con gran fervor logró plasmar la imagen de nuestro Redentor. Un sábado 13 de noviembre de 1655 un gran terremoto azoló Lima y Callao. Muchas casas cayeron, la Iglesia de san Francisco y hasta la Catedral de Lima fueron destruidas, sin embargo, el tosco muro de adobes quedo en pie, ileso. Este increíble acontecimiento llamó la atención de los vecinos del lugar y también de Lima y así, poco a poco, se congregaron con creciente fe ante el Señor de Pachacamilla.

Antes de autorizar el culto oficial a esta imagen, tanto las autoridades civiles como eclesiásticas, trataron de hacerla borrar, pero las tres personas que lo intentaron, no lo lograron al sentirse enfermos y maravillados por la fuerza espiritual que brotaba de ésta. Los vecinos y fieles del Señor protestaron con gritos para preservarla. Así en 1671 se aprobó el culto a la imagen. El mismo año se construyó una ermita y se celebró la primera misa. La devoción, a través de los años, siguió creciendo y los milagros se fueron multiplicando a favor de sus devotos. Dos momentos importantes convirtieron a cada vez más fieles: otros dos grandes terremotos que asolaron Lima. El primero de estos, en 1688, hizo caer la ermita en su honor, pero el Señor de los Milagros quedó en pie, por ello se hizo una réplica y por primera vez el Señor salió en procesión por las calles en escombros. En 1746 ocurrió el terremoto y maremoto más destructivo registrado hasta hoy y, aunque Lima quedó casi por completo destruida, el Señor quedó en pie. Inmediatamente, salió la procesión durante cinco días para consolar y fortalecer espiritualmente a la población. De allí viene el nombre del Señor de los temblores. En 1771 el virrey Amat hizo construir su santuario y, desde allí, el Señor de los Milagros irradia su amor y protección a todo nuestro pueblo.

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