En 2Sam 6, se nos presenta una narrativa de profundo significado teológico y simbólico que gira en torno a la procesión del Arca de la Alianza hacia Jerusalén. Esta procesión, encabezada por el rey David, es un acontecimiento de singular importancia en la historia del pueblo de Israel. Analizarla nos ayudará a darle un sentido bíblico a las procesiones que realizamos en nuestra piedad popular.
En primer lugar, el Arca de la Alianza representa la presencia de Dios en el pueblo de Israel. Su traslado hacia Jerusalén por parte de David es parte de un proyecto religioso en donde se establece una nueva sede, la ciudad de Jerusalén; allí, en el futuro, su hijo Salomón construirá el Templo, en el que el Arca será introducida para emular los tiempos de la marcha por el desierto, cuando esta se encontraba en el interior del Tabernáculo.
Esta procesión no es un acto litúrgico en sí, sino es la alegría y devoción del Pueblo que acompaña el recorrido del Arca en medio de cantos y danzas. La procesión del Arca es la expresión de la reverencia y alegría de que Dios acompaña a su Pueblo.
Asimismo, es importante destacar el papel del rey David en esta procesión. Se presenta como rey-sacerdote, (la vestimenta del efod, ofrecer sacrificios de comunión, son características asociadas al sacerdocio, cf. 2Sam 6, 14.17-18). Esta imagen de David como Rey Sacerdote es recogida en el Salmo 110: David es sacerdote al estilo de Melquisedec.
En la tradición de los Salmos, algunos son de peregrinación (cf. Sal 84, 122), pero también hay un salmo que expresa la vivencia y religiosidad procesional del Arca, el Salmo 24: ¡Puertas, alcen los dinteles, levántense, antiguos portones, y que entre el rey de la gloria! (Sal 24, 7).
En la tradición católica, las procesiones de imágenes recogen esta religiosidad israelita, pero con un trasfondo cristológico: son imágenes de Cristo o de los santos, incluida su Madre, las que salen a las calles para acompañar al Pueblo en sus expresiones de fe y de alegría, porque Dios ahora se hizo humano para hacernos semejantes a Él.
Luis Eduardo Breña Solano
Centro Bíblico San Pablo