Este jueves celebraremos la Presentación del Señor y encontraremos a José y María que tenían listos los preparativos para ir al templo de Jerusalén y presentar a Jesús a Dios. Una familia sencilla como la nuestra que se prepara para un viaje. Habían pasado los 40 días del nacimiento del niño y había que cumplir con la ley del Señor, "todo primogénito varón será consagrado al Señor...". San José y la virgen María llegan al templo de Jerusalén con Jesús y para sorpresa de ellos le sale al encuentro el anciano Simeón y la profetiza Ana, conocidos por la virgen María. Simeón toma al niño en sus brazos y no era para menos, las lágrimas de alegría ruedan por sus mejillas, pues tiene en sus brazos al Niño Salvador del mundo, el anunciado por los Profetas.
Simeón se guiaba por el Espíritu Santo quien le había asegurado que no moriría sin ver y tocar al Salvador. La oración de agradecimiento que pronuncia nos asegura que en ese momento estaba contemplando la salvación del mundo. "Ahora, Señor, según tu palabra, ya puedes dejar a tu siervo morir en paz porque mis ojos han visto a tu salvación, que has dispuesto ante todos los pueblos como luz para iluminar a los paganos y como gloria de tu pueblo Israel”.
Imposible quedar indiferente estando en la presencia del Salvador; imposible quedar indiferentes cuando tenemos la oportunidad de tocar a Jesús en la Eucaristía. Simeón sintió una gran transformación cuando tocó a Jesús; este hecho le llenó de alegría tanto que para él esto era suficiente para morir en paz. Jesús transforma cuando se le ama, se le espera con alegría, se le toca, se le lleva en los brazos. Tocar a Jesús en la Eucaristía, en la Palabra, en tus hermanos es una experiencia maravillosa. Cuando toques a Jesús, te transformará y recibirás su luz que te ilumina.
Simeón sabe que la misión de Jesús será difícil, por eso profetiza, "este niño será signo de contradicción", y también sabe que la misión de la virgen María estará unida al sufrimiento del Hijo, estarán unidos en una misma misión, "a ti una espada te atravesará el corazón".
Jesús subirá al calvario y nos salvará, el bautizado sube al calvario de la vida y se hace ofrenda por la salvación de sus hermanos, bajo la mirada de la virgen María que nos acompaña en el camino.
P. Guillermo Gándara E. SSP