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Mes de la familia: “La familia en la Historia de la salvación: entre bendición, fragilidad y conflictos”

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12 Sept

Amoris Laetitia, también en el primer capítulo, dice que, desde las primeras páginas de la Biblia, la familia aparece como escenario clave de la historia de la salvación. No como una institución idealizada, sino como un entramado de relaciones reales, cargadas de ternura, violencia, fidelidad y heridas. La historia de Adán y Eva, seguida por la tragedia de Caín y Abel, ya muestra esa tensión constante entre el don de la vida y el peso del pecado. Sin embargo, la vida continúa, porque Dios no deja de actuar a través de generaciones.

Jesús mismo recurre a imágenes domésticas para hablar del Reino: casas construidas sobre roca o arena, símbolo de la solidez o fragilidad de las decisiones familiares. El Salmo 128 ofrece una visión esperanzadora: el hombre que teme al Señor es bendecido con trabajo digno, esposa fecunda y una mesa rodeada de hijos como brotes de olivo. Esta imagen, presenta a la familia como un espacio de fecundidad, paz y plenitud.

Sin embargo, la Biblia no calla la otra cara de la moneda. Si los hijos son “piedras vivas” y “herencia del Señor”, también aparecen como fuente de tensiones. Las páginas del Génesis hasta los relatos de David están marcadas por celos, rivalidades, traiciones y hasta sangre derramada. La familia puede ser nido y trinchera, cuna de esperanza o campo de batalla. El sufrimiento familiar no se oculta; se ilumina con la presencia constante de un Dios que no se retira, incluso cuando todo parece colapsar.

Jesús conoce bien esta realidad, nace en una familia modesta, debe huir a Egipto y luego recorre hogares cargados de enfermedad, muerte, abandono o pecado. Entra en casas heridas: la de Jairo, la viuda de Naín, Lázaro, Zaqueo, Mateo. A través de gestos, sana, restaura y dignifica la vida familiar. Incluso sus parábolas están llenas de hijos rebeldes, padres compasivos, hermanos divididos y fiestas que salvan la memoria del hogar.

La historia de la salvación se desarrolla en el ámbito doméstico, en las relaciones familiares. Es en la cotidianeidad de los vínculos, en la hospitalidad, los silencios de tensión, los momentos de duelo y los signos de celebración, donde Dios continúa desplegando su obra redentora.

Luis Eduardo Breña Solano

SOBICAIN- Perú

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