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¡Para ti es mi música, Señor!

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14 Jul

En el mes en que celebramos a Francisco Solano, el misionero franciscano andaluz que emprendió una gran labor evangelizadora en diversos lugares de Sudamérica, al punto que hoy recibe veneración en Perú, Argentina, Bolivia y Paraguay, te invito a que lo contemplemos en su faceta de “músico”. La iconografía nos representa a Solano con un rabel, que es distinto del violín, el cual es más evolucionado (el rabel poseía dos cuerdas, mientras que el violín tiene cuatro). Con él, Solano emprendía jornadas misioneras de tiempo completo, a sabiendas de lo bien que hace al alma la música. Se dice que el Santo poseía una hermosa voz, por lo cual, dentro de la vida conventual se encargaba del coro. De esta manera, manifestaba un espíritu alegre, que era capaz de llevar la música a distintos ámbitos de su vida consagrada, porque tenía la melodía en las venas, en el corazón, en lo más íntimo de sí.

MÚSICA Y EVANGELIZACIÓN

 Solano interpretaba diversas melodías con las que catequizaba a los naturales, llamando la atención de los mismos e invitándolos a un modo ameno de aprender los misterios fundamentales de nuestra fe. Así, por ejemplo, se le recuerda componiendo a mano villancicos navideños para profundizar en la Natividad del Señor y poder anunciar el Evangelio, calando hondo en el corazón.

MÚSICA Y ALABANZA

Una de las formas más hermosas de oración es la alabanza, que muchas veces olvidamos, quedándonos solo en el pedir o examinar. Alabar es reconocer la grandiosidad de Dios, de su bondad que nos desborda. Solano alababa a Dios con su música y con la danza, interpretando sentidos cantos y melodías a los pies del Santísimo Sacramento y de la Virgen María. Lo veían danzando, compartiendo su alegría y viviendo en cuerpo y alma su consagración religiosa y sacerdotal. No es dato menor que en la Argentina el santo sea el Patrono del folklore nacional.

MÚSICA QUE TRASCIENDE

No sabemos a ciencia cierta cuándo dejaría de tocar el rabel. Lo que sí podríamos contemplar, ayudados de la piadosa imaginación, es que nuestro santo llevaría esa música suya al encuentro con Dios. Aquel 15 de julio de 1610, mientras entregaba el espíritu a su Creador, entregaba también los cansancios misioneros, la semilla sembrada en nuestro suelo latinoamericano y la música que lo acompañó en su misión, junto a la cruz y la voz.

José Miguel Villaverde Salazar, ssp

Para conocer más sobre San Francisco Solano, pueden adquirir los siguientes libros haciendo click en estos enlaces: 

https://is.gd/rsa7Oi de Micky Bolaños

https://is.gd/4BYwYz del P. Miguel Ángel Vassallo

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