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Pedro y Pablo evangelizando al mundo

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29 Jun

Diversos llamados, un solo objetivo

Resulta maravillosa la síntesis que hace la Liturgia en el prefacio de la solemnidad de san Pedro y san Pablo (29 de junio), pues conjuga los llamados de ambos apóstoles y los caminos por los que el Señor quiso que corra su Palabra. Dicho prefacio reza al final: “Pedro fue el primero en confesar la fe; Pablo, el maestro insigne que la interpretó; el pescador de Galilea fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel; el maestro y doctor la extendió a todas las gentes”.

No fueron competidores, tampoco intentaron subordinarse el uno al otro, ni tampoco faltó el respeto entrambos. Llamados por el mismo Maestro, y atravesando el uno al otro su experiencia con Cristo, rostro de la misericordia del Padre, fueron testigos cualificados del Evangelio, comenzando por Galilea, partiendo hacia Jerusalén, y una vez en Roma, embarcándose en una gran aventura misionera que continúa hasta nuestros días. Pedro, la roca; Pablo, el agua.

El primero, siendo primero entre iguales y precediendo a sus hermanos en la caridad, sienta las bases de la evangelización, confesando su fe con la propia entrega de su vida. El ministerio de Pedro es hoy visible en el servicio del Papa, Obispo de Roma. Así, él visita hoy a las Iglesias, nos recuerda la unidad en medio de la diversidad. El segundo ha sido representado por los misioneros y misioneras de todos los tiempos: consagrados y laicos, siendo Pablo como el agua que fluye, que da vida a su paso, que aviva la fe de sus hermanos. El prefacio culmina así: “por caminos diversos, los dos congregaron la única Iglesia de Cristo, y a los dos, coronados por el martirio en Roma, celebra hoy el pueblo santo de Dios con una misma veneración”.

Así pues, con ellos juntos, celebramos la misericordia divina, que para cada uno tiene un llamado, una misión, de tal modo que la Palabra no se estanque ni se encadene, sino que, asentada en la roca, fluya como el agua de los ríos.

Hoy que el soplo del Espíritu nos lleva por el camino de la sinodalidad, podemos invocar a esta dupla formidable y pedirles que nos enseñen a caminar juntos, a respetarnos y escucharnos de verdad, valorando la multiforme gracia de Dios, que suscita los carismas en su Iglesia, para que a nadie falte la Palabra de salvación y misericordia.

P. José Miguel Villaverde, SSP

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