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Redescubrir el camino de una comunicación plenamente humana

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17 May

“Inteligencia artificial y sabiduría del corazón para una comunicación plenamente humana” Así se titula el Mensaje del Santo Padre Francisco para la 58ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.

El Papa constata que la evolución de los sistemas de la así llamada "inteligencia artificial" está modificando radicalmente la información y la comunicación y, a través de ellas, algunos de los fundamentos de la convivencia civil. Es un cambio que afecta a todos, no sólo a los profesionales. La difusión acelerada de sorprendentes inventos, cuyo funcionamiento y potencial son indescifrables para la mayoría de nosotros, suscita un asombro que oscila entre el entusiasmo y la desorientación. El Papa propone que, en esta época que corre el riesgo de ser rica en tecnología y pobre en humanidad, la reflexión parta del corazón humano: sólo dotándonos de una mirada espiritual, sólo recuperando una sabiduría del corazón, podremos leer e interpretar la novedad de nuestro tiempo y redescubrir el camino de una comunicación plenamente humana.

Los sistemas de inteligencia artificial pueden contribuir al proceso de liberación de la ignorancia y facilitar el intercambio de información entre pueblos y generaciones diferentes. Pero al mismo tiempo pueden ser instrumentos de “contaminación cognitiva”, de alteración de la realidad a través de narrativas parcial o totalmente falsas que se creen —y se comparten— como si fueran verdaderas. La simulación, que está a la base de estos programas, puede ser útil en algunos campos específicos, pero se vuelve perversa cuando distorsiona la relación con los demás y la realidad.

Es por ello que el Papa alerta que es inaceptable que el uso de la inteligencia artificial conduzca a un pensamiento anónimo, a un ensamblaje de datos no certificados, a una negligencia colectiva de responsabilidad editorial. La representación de la realidad en macrodatos, por muy funcional que sea para la gestión de las máquinas, implica de hecho una pérdida sustancial de la verdad de las cosas, que dificulta la comunicación interpersonal y amenaza con dañar nuestra propia humanidad.

El Papa nos anima a reflexionar con una serie de preguntas, entre otras: ¿Cómo evitar el manto del anonimato y la simulación con pretensión de verdad? ¿Cómo evitar que las fuentes se reduzcan a un pensamiento único, elaborado algorítmicamente? ¿Cómo fomentar un entorno que preserve el pluralismo y represente la complejidad de la realidad? ¿Cómo hacer accesible estas tecnologías también a los países en desarrollo?

Francisco nos dice que la respuesta no está escrita, que depende de nosotros. Corresponde al hombre decidir si se convierte en alimento de algoritmos o, en cambio, si alimenta su corazón con la libertad, ese corazón sin el cual no creceríamos en sabiduría.

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