Juan de Arcas Sánchez, nació el 2 de marzo de 1585 en Ribera del Fresno, España. Tras la muerte de sus padres, Pedro y Juana, asumió el oficio de cuidar ovejas, de donde le vino el nombre de Masías, o sea, pastor. Tras escuchar el llamado del Señor a seguirlo y servirlo entre los más desposeídos, se embarcó hacia Latinoamérica, llegando al Perú, donde ingresó en el convento de Santo Domingo en Lima, lugar en que ejerció de portero, destacándose por su humildad y preocupación por lo más pobres y enfermos que llegaban en su búsqueda pidiendo el pan del cuerpo y el alma. Juan, el masías, nunca dejó de cuidar y proteger las ovejas que le fueron encomendadas; nunca dejó de ser el pastor dedicado a los más desposeídos de la Lima virreinal, que le valieron ya en vida su fama de santidad.
“Ay beato, hoy tus pobres sin comida”
San Juan Masías fue canonizado por el papa Pablo VI en 1975, 330 años después de su muerte; y el milagro que le valió ser elevado a los altares es el reflejo de lo que fue su vida, el estar siempre atento a las necesidades de los más desposeídos, como aquellos habitantes de Olivenza, el domingo 23 de enero de 1949, durante la posguerra española. En la casa parroquial se cocinaba para dar alimento a los pobres del pueblo, sin embargo, aquel día la cocinera, Leandra Rebollo, contaba con tan solo una taza de arroz y muchos estómagos vacíos que esperaban ser alimentados. En su angustia por no contar con lo necesario recordó a su coterráneo de Ribera del Fresno a quien rogó “Ay beato, hoy tus pobres sin comida”.
A imagen de Jesús y la multiplicación de los panes, aquella olla no dejó de llenarse una y otra vez sin parar hasta saciar a todos con el alimento necesario; suceso que fue reconocido por la Iglesia como el milagro que le valió al pastor con olor a ovejas, ser reconocido como San Juan Masías.
P. Luis Neira R. ssp
Editorial San Pablo