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Santos Pablo Miki (1564 –1597) y Compañeros Mártires de Nagasaki

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05 Feb

San Francisco Javier y los primeros jesuitas llegaron a Japón en 1549. En 1579 había en Japón 54 jesuitas y 150 mil cristianos. En la revolución de 1582, el shogún Taicosama se hizo del poder, dictando el edicto de persecución contra la fe cristiana. Sin embargo, la Compañía de Jesús continuó su marcha y aumentó su presencia hasta 134 jesuitas y cerca de 800 mil cristianos. San Pablo Miki, San Juan Soan de Goto y San Diego Kisai son las primicias de santidad de la Iglesia japonesa. Son fruto también del incansable trabajo misionero de la Compañía de Jesús iniciado por San Francisco Javier.

A raíz del edicto de persecución de Taicosama fueron arrestados en Osaka, Pablo Miki y dos japoneses. Fueron trasladados a Miyako y junto con otros detenidos comenzaron su martirio. Recorrieron las calles principales de la ciudad, precedidos por el edicto de muerte. Todos iban serenos y Pablo Miki, en excelente japonés, predicaba al pueblo una y otra vez. Al día siguiente la comitiva salió rumbo a Nagasaki. Es decir, la misma ruta recorrida por San Francisco Javier hacía 47 años. Por donde pasaron, fueron recibidos en son de triunfo. Las muchedumbres rodeaban y detenían las carretas para besar las vestiduras de los detenidos por la fe. Ya en Nagasaki, pidió al verdugo, que era amigo suyo, que en vez de llorar le diera una prueba de su amistad: «concederme un tiempo para confesarme, oír la Santa Misa y comulgar». Luego cada uno buscó su cruz. A la orden del capitán, las veintiséis cruces fueron levantadas al mismo tiempo, en la colina, frente a frente de la ciudad. Entonces, todos entonaron el Te Deum como himno de acción de gracias.

Pablo Miki habló por todos: "Por favor, escúchenme. Yo no soy extranjero. Soy japonés como ustedes y religioso de la Compañía de Jesús. Estoy condenado a la cruz, no por alguna falta que haya cometido, sino por haber predicado la ley de Nuestro Señor Jesucristo. Morir por la fe es mi gloria y alegría. Es la gran gracia del Señor por mis trabajos. Me encuentro en el último instante de la vida. Creo en la vida eterna y sé que el camino para ella es la fe cristiana. Esta fe nos pide perdonar, aún a los enemigos. Perdono a Taicosama, perdono a todos los toman parte en mi muerte. A nadie tengo rencor, ni odio. Deseo y pido que todo el Japón se salve y para lograrlo, que sea cristiano". Las últimas palabras de Pablo, recogidas por los cristianos y los jesuitas, son: "En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu". Con los tres jesuitas, Pablo, Juan y Diego están también allí sus fieles cristianos, incluidos dos niños, de sangre china. Era el día 5 de febrero de 1597. Las reliquias de los mártires jesuitas se llevan a la iglesia de Nagasaki. Desde allí bendicen al Japón. Pablo Miki fue canonizado junto a sus compañeros Juan Soan de Goto y Diego Kisai el 8 de junio de 1862. Y también 11 Beatos jesuitas europeos mártires en Japón.

P. Benjamín Crespo, SJ

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