La humanidad siempre ha tenido sed de la presencia de Dios, siempre busca su protección porque sabe que, con las solas fuerzas humanas, no iría adelante en la vida con seguridad. Esto no quiere decir que sea el hombre quien, por necesidad, se invente a Dios, solo se quiere decir que el proyecto de Dios es así. Es el amor apasionado de Dios que viene a nuestro encuentro y se queda en la Eucaristía; es ahí donde se produce un encuentro de amor. Cuando no estamos apasionados por el bien, por Dios, por nuestra misma naturaleza humana buscamos algo o alguien de quien apasionarnos, y si no es Dios, entonces nos apasionaremos del mal, del dinero, del poder, del sexo y viene un etc. Esto sucede cuando no se está apasionado por Dios, por la Eucaristía.
En la historia de la humanidad encontramos de todo. Personas que buscan a Dios y hacen alianza con Él, porque saben que con Dios nadie pierde; cuando experimentamos la presencia de Dios en la Eucaristía y percibimos su amor y los frutos que recogen de este amor, ese amor no puede dejarnos indiferentes, porque se percibe la presencia eucarística divina que es difícil contener lo que hace en nuestra vida. Es entonces cuando tenemos personas maravillosas eucarísticas que comparte el amor de Jesús Hostia. De ahí nacen los santos. Pero también tenemos lo contrario; cuando te apasionas del mal, cuando te conviertes en enemigo de la Eucaristía y compartes el mal; tenemos entonces familias frías, indiferentes que producen sociedades difíciles. Dejemos a estas personas y gocemos de todos los cristianos que aman a la Eucaristía, aman la presencia de Dios en ese peda-cito de pan, gozan la presencia del reino de Dios, por su encontramos en la Eucaristía exclaman como lo hacen los santos, "solo Tú y basta". Santa Teresita del Niño Jesús, una de las muchas de veces que estuvo ante la Eucaristía, escribió, "¡Qué manso y humilde de corazón me pareces, Amor mío, ¡bajo el velo de la blanca Hostia! Ya no puedes abajarte más para enseñarme la humildad. Por eso, para responder a tu amor, yo también me pongo en el último lugar y convencerme de que ése es precisamente mi sitio".
Gocemos la fiesta de hoy, del Cuerpo de Cristo, miremos la sencillez y humildad de Dios que se quiso quedar con nosotros en el Pan eucarístico para darnos la fuerza que necesitamos en la vida; pero, sobre todo, aprovechemos que a Dios en la Santa Hostia podemos recibirlo y al recibirlo, sentiremos que poco a poco nuestra vida es más y más de Dios, que poco a poco todo nuestro ser humano se va transformando más en Jesús Hostia.
P. Guillermo Gándara E., SSP