No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.
Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.
Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque cada día es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estás sola,
porque yo te quiero.
Este poema “No te rindas” de Mario Benedetti dibuja de una manera muy linda al joven; y nos acerca, aún más, al conocimiento de la idiosincrasia del joven peruano. Y es que, la realidad del joven peruano es muy plural, ya que el propio contexto socio cultural, manifestado en las tres regiones geográficas del Perú, costa, sierra y selva, cada una con sus riquezas y desafíos, hace que sea diversa.
El joven peruano vive en un sociedad escéptico-relativista, que le oferta muchas cosas, que van supuestamente a calmarle la sed y el hambre de éxito que tiene; pero le cuesta mucho meterse en esa dinámica de confiar por confiar; porque principalmente para él es importante poder notar la congruencia entre lo que se le ofrece y la realidad. Es por eso, que necesita referentes que puedan dar testimonio con su vida de aquello que predican; que le digan con palabras y hechos: “yo lo logré… tú también puedes lograrlo”, que le animen, que le escuchen, que no lo juzguen, que le comprendan, y, por sobre todo, que confíen en él, porque esto es lo que espera. En este sentido, uno de los lugares de referencia de capital importancia para el joven peruano, siempre será su familia, aún con sus altos y bajos, el joven peruano, sabe que la familia, siempre será la familia.
Ahora, quisiera resaltar algunas características, y es que el joven peruano es emprendedor; tiene ideas y busca surgir, salir hacia adelante, luchar, trabajar por un porvenir mejor; quizás debería acoger con más espontaneidad y como una necesidad la formación; pero, sí quiere ser un joven diferente, distinto, protagonista de su propia vida y su propia historia.
Es un soñador, ve como quiere y donde estar en un futuro; con ello se ilusiona, y quizás con los pies no tanto en la tierra; sin embargo, trata de esforzarse buscando los medios que le van a permitir acercarse a ese ideal; y, lo que sí es cierto es que el sueño, lo desea con todo su corazón.
Es creativo, y hay una frase popular que lo expresa claramente: “lo que no sabe, lo inventa”. Porque tiene una fuerza creativa para solucionar problemas, para aprovechar oportunidades, para superar los desafíos, para lograr los objetivos, tratando de aprovechar el tiempo al máximo.
Así mismo, el joven peruano es respetuoso, formal, tiene un corazón sensible, es piadoso por naturaleza, expresa su fe en Dios con un contenido muy rico y significativo. Consciente o inconscientemente siente la necesidad de Dios, que lo motiva a colaborar en la parroquia, dentro del coro, como catequista, como líder de grupos, en las procesiones; también, indagando sobre temas afines como: “Dios, Iglesia y Religión, etc.”; y lo que le ayuda mucho en su relación con Dios es la combinación de música y oración en comunidad, donde pueda sentir el amor de Dios, a través del amor de los hermanos, donde se crea un clima de amistad y cercanía, porque comparten ideales, metas, sueños, dificultades y desafíos, donde sientan que son uno en el amor.
En este sentido, el futuro del joven peruano, estriba en que tiene que tener muy en claro sus raíces, de dónde salió, quienes son los suyos, que aprendizajes le ha dado la vida y el testimonio de otros, que le van nutriendo su identidad; por ende, el joven peruano marcará su futuro en virtud de las cosas que haga en el presente. Queridos jóvenes peruanos, si quieren mantener vivos sus sueños, hay que despertar para llegar a cumplirlos, porque “hace falta luego mucha tensión en el alma para no malvender esos sueños. Y hay que decir sin rodeos, que el gran enemigo no está afuera, sino dentro, y no en los fracasos, sino en la mediocridad” (Cf. José Luis Martín Descalzo, Razones para el amor); es por eso, que les propongo como inspiración a Jesús, el “eternamente joven” (Cf. Papa Francisco, Christus Vivit). La relación de amistad que tengan con él, les va abrir un horizonte prometedor, con sus lindas cosas y detalles, pero también con sus dificultades. Recuerda que Jesús tiene un corazón joven, y también luchó por un ideal, por un sueño, el Reino de Dios; donde rechazó la violencia, denunciando la injusticia, criticó a una cultura patriarcal, protegiendo a las minorías y a los excluidos, sacando la cara por las personas vulnerables, los pobres, los niños por nacer, los migrantes, la mujer; y todo esto, desde la gestación de una cultura del encuentro, una cultura de la ternura, de las caricias, de la misericordia y desde el lenguaje universal del amor. Es por eso, que si desean a una persona joven referente para sus vidas y que inspire, miren a Jesús; y entren en relación con él, a través de la lectura y reflexión de la Sagrada Escritura, de la oración y los sacramentos; entren en un diálogo de amor a corazón abierto con Jesús, donde podrán curar todas tus heridas, y esto sólo lo hace el amor, y no el tiempo. Por tanto, ¡no se rindan!, porque ustedes son el “ahora de Dios”.
Martín Vera
Sacerdote Operario Diocesano