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El Santísimo Nombre de María

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11 Sept

Todos los años el 12 de setiembre, nuestra madre la Iglesia celebra en comunidad la Memoria del “Santísimo nombre de la Madre de Dios”. San Lucas señala en su Evangelio que para veneración de todos los cristianos: “el nombre de la virgen era María” (Cf. Lc 1, 27), develando así el nombre, el bello nombre de nuestra Buena Madre. María, que traducido del hebreo “Miriam”, significa Doncella, Señora, Princesa. En el libro “El secreto admirable del Santísimo Rosario” (pág. 68) el Padre de Montfort dice que la Virgen llevando sobre el pecho la salutación angélica escrita en letras de oro, se le apareció a Santa Matilde y le dijo: “El nombre de María, que significa Señora de la luz, indica que Dios me colmó de sabiduría y luz, como astros brillantes, para iluminar los cielos y la tierra”.

Es así que, desde muy antiguo, en la historia de la salvación, siempre se ha tenido un respeto especial por la forma con la que cada uno es nombrado pues, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC. 2158-2159), “el nombre de todo hombre es sagrado. El nombre es la imagen de la persona. Exige respeto en señal de la dignidad del que lo lleva”. De esta manera nombrar a nuestra Madre es evocar en Ella el papel que tuvo en la historia salvífica de nuestro pueblo, y evocarla es también recordar que Ella es la Reina y Señora de nuestras vidas.

Dirigirnos a nuestra Madre llamándola por su nombre es reconocerla hermana nuestra, mujer de nuestra raza que no es ajena a nuestras necesidades y dificultades; sino, que siempre está atenta para conducirnos a la plenitud de la vida en su Hijo. María, el nombre dulce que todos los santos alaban encarna a la Iglesia peregrina llena de hijos e hijas de Dios que al igual que María estamos llamados a vivir plenamente en su presencia. María es la Iglesia, y la Iglesia es María (Cf. LG 52).

De esta manera, nos sentimos amados por un Dios tan bueno y misericordioso que vive con nosotros y en medio de nosotros, y que al igual que nuestra Madre espera nuestro Sí, desinteresado para optar siempre por la vida y por la paz. Todos somos Marianos, pues todos hemos sido pensados, amados y creados por el Amor. Que Mamá María nos recuerde nuestra misión en la Iglesia y en el mundo.

 

Lic. Efrain F. Espinoza Carrasco

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