San Francisco de Asís sigue haciéndose presente por medio del magisterio del Papa Francisco, a quien no le bastó llevar el nombre para su pontificado, sino también compartir –a la Iglesia y al mundo entero– la espiritualidad franciscana. Si bien sabemos qué hace más de cinco años publicó la encíclica Laudato Si sobre el cuidado de la Casa Común, el año pasado, en el mes de San Francisco y exactamente en las vísperas de la fiesta de dicho santo, presentó la encíclica Fratelli Tutti (Todos hermanos). Esta encíclica nos propone que la salida a la crisis mundial solo será posible si nos reconocemos y vivimos como hermanos.
Esta encíclica dedicada a la fraternidad universal y a la amistad social, que recoge y actualiza a nuestro contexto, la respuesta de San Francisco frente al llamado divino: “Francisco, repara mi Iglesia”. Ahora, ochocientos años después, el Papa Francisco destaca los mismos ejes: compromiso con los pobres, fraternidad universal, evangelización y amor a la Creación.
La encíclica comienza sus páginas teniendo como referente a San Francisco de Asís en su largo viaje a Egipto para encontrarse con el sultán Malik el Kamil para buscar el diálogo y la paz en un contexto de guerra, luego continua el recorrido haciendo ver las crudas realidades de nuestro planeta que ahora, con la pandemia, han quedado al descubierto “nuestras falsas seguridades, evidenciaron nuestra incapacidad de actuar” y va planteando, entre diversas propuestas, reconocer la dignidad de cada persona humana, buscando el bien común para llegar a vivir como una fraternidad universal.
Hno. David Pacheco Neyra, OFM cap