CARRITO DE COMPRA
Seguir comprando Ver Carrito

San Ignacio de Loyola, La Oración y los sentidos

  • Inicio
  • San Ignacio de Loyola, La Oración y los sentidos
31 Jul

Ignacio de Loyola, religioso y militar, fundador de la Compañía de Jesús, buscó a Dios a través de la oración de una manera muy innovadora. El hombre que se acerca a Dios, lo hace desde su ser íntegro como ser humano. Esta concepción introdujo San Ignacio en sus ejercicios espirituales: la combinación de los sentidos corporales y las tres potencias del ánima (memoria, el entendimiento y la voluntad) que pueden trabajar solas sin el recurso de un texto. Se trata pues, de traer a la oración los cinco sentidos para luego practicar lo orado. Nuestro cuerpo percibe la experiencia externa a través de los cinco sentidos, de esta manera se configura nuestro interior.

«La finalidad de la “aplicación de sentidos” es que nuestra sensibilidad vaya pareciéndose a la de Jesús. Nuestro conocimiento de Jesús será “interno” cuando nuestra sensibilidad se incorpore. En efecto, la sensibilidad no se ve afectada por las ideas, sino por la realidad y esta se concreta en las circunstancias. La aplicación de sentidos no puede moverse en idealizaciones. San Ignacio tenía esto tan claro que al jesuita que ha hecho los Ejercicios con los sentidos de la imaginación, lo someterá a realidades en las que sus sentidos corporales pue-dan sensibilizarse con circunstancias de pobreza, dolor e inseguridad». (Chércoles A.)

De esta manera, la oración toma un nuevo camino. No se trata pues de un mero diálogo interno y hasta cierto punto fruto de la mera razón, sino que pasa a un nivel superior, el nivel de la experiencia a través de los sentidos, mediante aquello que vemos a nuestro alrededor, a través de lo que oímos, olemos, a través de lo que tocamos y sentimos. Es así como Dios se nos manifiesta, a través de los sentidos que él mismo ha puesto en nosotros al crearnos. No es entonces la oración un trabajo fruto del raciocinio, sino un trabajo interior, de poder ver cómo Dios va hablándonos a través de todo nuestro ser.

Podemos concluir mencionando que la oración ignaciana es una oración de fe y de vida, una oración existencial, histórica, personal, una oración totalmente ligada a la propia existencia, a la sensibilidad humana de todo el cuerpo. No una especulación abstracta en base a ideas, conceptos e imágenes de Dios, que pueden incluso desfigurarlo.

(Reflexión basada en el capítulo “Lectio divina con PNLC, del libro PNLCristiana, Winston Paz Bastarrachea, 2021)

Scroll To TopScroll To Top
cerrar