Patrona del Perú y de América, Rosa, nació en Lima el 20 de abril de 1586 y murió allí el 30 de agosto de 1617. Siendo niña se destacaba por su gran amor hacia todas las cosas relacionadas con Dios, consagrando así su vida a la oración y mortificación. Tenía una intensa devoción hacia el Niño Jesús y su Madre la Virgen María, pasando largas horas ante su altar. Después de leer sobre Santa Catalina de Siena decidió tomarla como modelo para su vida, no solo en la oración sino en la penitencia.
Hizo voto de virginidad consagrándose totalmente al servicio de Dios por medio de la oración y el apostolado. Ingresó en la Tercera Orden de Santo Domingo, imitando así a la Santa de Siena. A partir de entonces se recluyó prácticamente en una ermita que había construido en el huerto. Llevaba sobre la cabeza una cinta de plata, cuyo interior estaba lleno de puntas, sirviendo, así como una corona de espinas. Su amor a Dios era tan ardiente que, cuando hablaba de él, cambiaba el tono de su voz y su rostro se encendía como un reflejo del sentimiento que embargaba su alma. Ese fenómeno se manifestaba, sobre todo, cuando Rosa se hallaba en presencia del Santísimo Sacramento, o cuando en la comunión unía su corazón a la fuente del amor.
Rosa hizo muchas cosas extraordinarias producto de su fuerte vinculación con Dios en la oración y penitencia. Entendió que una oración sin acción era vacía e insulsa, y es así que, movida por el ardor de la caridad, convierte su casa en un hospital para los menos favorecidos entregándose ella misma al cuidado de los enfermos, a repartir el pan a los pobres y a hacer que cada persona que se acercaba a ella se acercara más a Dios. Rosa pasó los tres últimos años de su vida en la casa de Gonzalo de Masa, un empleado del gobierno cuya esposa le tenía particular cariño. Durante la penosa y larga enfermedad que precedió a su muerte, la oración de la joven era: "Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor".
Por ello, Dios la llamó para sí el 24 agosto 1617, a los 31 años de edad. El capítulo, el senado y otros dignatarios de la ciudad de Lima se turnaron para transportar su cuerpo al sepulcro. El papa Clemente X la canonizó en 1671.
Lic. Efrain F. Espinoza Carrasco